Ojo de Gato


En unas semanas seria la fiesta del pueblo, todos estaban emocionados por la celebración, adornaban sus casas con flores y preparaban comida para la noche, los niños corrían por la plaza que había en la iglesia, y la noche estaba por caer. Estaba corriendo con algunos amigos cuando mi mamá subió y me pidió que fuera con el señor Delfino por pan, apresurada baje de prisa, sabia que tenía que ser rápida estaba algo lejos y no quería demorarme demasiado.

Al fin vi esa fachada de donde salía humo y un olor a pan recién horneado, entre y me dio lo que necesitaba, al salir del lugar escuche un ruido agudo, venia de la parte de atrás de la casa, intente ignorarlo y seguí mi camino. Pero entonces lo volví a escuchar, voltee y una pequeña bola de pelos color negro con ojos grises estaba detrás de mí, era tan pequeño, me llene de ternura y lo tome en mis manos, era algo que nunca había visto. No podía dejarlo ahí con el frio que hacía.


Al llegar a mi casa deje el pan en la mesa, y subí a donde estaba mi cama, puse a la pequeña criatura entre mis sabanas, como por arte de magia se quedó dormido y parecía no preocuparle nada, mientras él estaba ahí yo aproveche para terminar de arreglarme. La luz del sol finalmente se despidió y dejo que la luna tomara protagonismo. Pasaron algunos días haciendo que la celebración se acercara cada vez más, yo estaba muy feliz con mi nuevo compañero, nos habíamos hecho inseparables, pero aun lo mantenía en secreto.

Estábamos comiendo y bailando, la noche era perfecta, jugaba con mis amigos y todos se divertían, era una fiesta espectacular. Hasta que vimos como los guardias llevaban a unas mujeres, las empujaban y apuntaban con sus espadas, todos sabíamos de que se trataba, eran brujas. Pasaron en medio de todos, pues es así como se debía hacer. Eran 4, 2 eran muy grandes y las otras tenían apariencia joven.

La ultima llevaba algo entre sus brazos, cuando finalmente estaban delante de todos el sacerdote comenzó a hablar, las inculpaban de brujería como todos sabíamos y además de traer una criatura demoniaca que las ayudaba a cometer tales actos. Los guardias tomaron a la última mujer y arrebataron de sus brazos al ser que habían mencionado. Me quede perpleja, no sabía como  reaccionar, pues era idéntico al que yo había llevado a mi hogar, rápidamente fui a mi casa con la esperanza de sacarlo lo antes posible, mientras escuchaba los regaños del sacerdote hacia las mujeres por haber dejado seducirse por satanás, darle los medios para meterse en su hogar y en el pueblo, eso era una verdadera amenaza y todo aquel que hubiera tenido contacto con una criatura como esa tenia que ser castigado.


Entre lagrimas tome la canasta y ahí estaba el, me miro de nuevo y sabía que había caído, no quería deshacerme de él, no entendía cómo podía hacerme daño era muy pequeño y no tenia la culpa de nada, pero sabia que ese sentimiento era causado por algo malo. No me di cuenta, pero al salir de mi casa había dos personas, me tomaron de los brazos y me quitaron la canasta.

Más adelante estaba el señor Delfino con mirada de desaprobación, me llevaron al frente de todos junto con las otras mujeres, no, podía ver al frente, me sentía muy avergonzada y con miedo, sentí la mano del sacerdote en mi barbilla que alzo mi cara para que lo viera a los ojos, con mucho enojo soltó – Sabes lo que has hecho- Sacaron a la criatura de la canasta y me inculparon.

Las llamas alumbraban la noche, y llegaban a mis pies, nada ni nadie me salvaría, sabia que haberme enamorado de tal criatura había sido mi error.



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