La ventana

 



Mis pies descalzos iban dejando huellas en el polvo que cubría el piso de aquel frío lugar, solo sabía dónde pisaba por la luz de la luna que entraba de la ventana al fondo de la habitación, veía algunas bancas de madera rotas, piezas de porcelana quebradas y muchas manchas. Mi vista no era clara y no podía confiar en todo lo que veía, estaba atolondrada, hacía mucho frio y yo rezaba por estar en casa, pero sabía que no podía volver.

Algo me detuvo, sentí una caricia en la cabeza y un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo, estaba paralizada, escuchaba como se acercaba alguien por detrás, y la sensación de peligro no me dejaba sola, con miedo volteé, pero no había nada. Antes de volver mi vista hacia el frente una sombra paso por la ventana, al instante gire mi cabeza y no había nadie, trague fuerte para después seguir caminando. Escuche como la puerta se cerró y mi corazón empezó a latir más fuerte.

Tenía esa sensación de scopaesthesia, mi estomago se sentía vacío y mis manos comenzaron a sudar, quería gritar, pero la voz no salía, quería llorar, pero no tenía lágrimas. Cerré mis ojos, oh gran error, mi mente era más peligrosa que cualquier persona, sabía que había llegado y que estaba conmigo, se acercó y su aliento estaba en mi nuca, tomo mis hombros y en un susurro dijo – no mires la ventana-

Al instante ya no estaba junto de mí, es probable que este en la ventana, no quería abrir los ojos, pero tampoco podía quedarme ahí parada, di media vuelta y empecé a caminar, cada vez más rápido, las cosas a mi alrededor empezaron a caerse y moverse, todo era tan caótico, y ya no sabía que era real, solo quería salir de ahí.

Estaba a punto de llegar a la puerta cuando la silueta de una mujer apareció de repente, me acerque y vi el rostro de mi madre, me llene de alivio porque al fin acabaría esta pesadilla, la abrace fuerte esperando que ella hiciera lo mismo, pero no fue así, estaba quieta y note que su mirada iba directo a la ventana, buscaba contacto con sus ojos y cuando lo conseguí sonrió, tomo mi cara con sus frías manos y como si fuera de trapo volteo mi cabeza. 

Ojos grandes inyectados de sangre, sonrisa blanca y rostro desfigurado, me estaba saludando. Desapareció y no sé dónde está… así que ten cuidado y por lo que más quieras. No mires la ventana.  




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